ULTIMA HORA. Por Luján Román
La realidad provoca dolor de ojos cuando la pobreza se encarna. En el medio del Chaco paraguayo están los maskoy angaite en el pueblo Diez Leguas, donde viven unas 839 familias en tres localidades: 12 de Junio, Diez Leguas-centro y Karandillas. Residen sobre una tierra riquísima, pero sobreviven por debajo de la línea de la pobreza. A pesar de este escenario no se rinden. En Karandillas no tienen agua en el pozo desde octubre, dice Yori Saberda. Caminan o pedalean más de cinco kilómetros por unos pocos litros que sacan de un tajamar.
En sus casas de karandillas, barro, bolsas, techos de paja y zinc duermen si los dejan las vinchucas –esos insectos que al alimentarse de la sangre de un individuo sano, defecan sobre la piel de la víctima y depositan gran cantidad de parásitos Trypanosoma cruzi, que causan el mal de Chagas–. Cuando pican lo hacen de noche, no se siente, generalmente atacan a dormidos. El enfermo, en muchos casos, no sabe que lo está y a veces cuando se entera ya es muy tarde.
En Diez Leguas, donde muchos no lo saben, el Centro de Desarrollo para la Investigación Científica (Cedic) busca soluciones a esta problemática sanitaria. ¿Por qué unos científicos dedican la mayor parte de su tiempo a investigar compuestos contra el mal de Chagas, una enfermedad desatendida, si no es negocio lucrativo o promueven acciones como el living labs (laboratorios ciudadanos). La doctora Antonieta Rojas de Arias, investigadora del Cedic, y un equipo multidisciplinario dan muestra que lo importante es la gente.
Era martes cuando visitamos las poblaciones. Aquí los trabajadores del Cedic colocan trampas de feromonas para atraer a las vinchucas con, alianza de la Facultad Politécnica UNA que desarrolla las pastillas y un sistema de control.
Son viejos conocidos, porque hace unos años atrás Cedic impulsó los laboratorios ciudadanos para que los mismos pobladores sean protagonistas de su desarrollo comunitario con apoyo de universitarios, científicos, la Municipalidad de Teniente Irala Fernández, el Programa Nacional de Chagas y empresas asociadas.
En un recorrido, los habitantes de Karandillas mostraron las mejoras promovidas a través de los living labs. Cinco indígenas aprendieron a hacer los bloques para cambiar las paredes de paja de la escuela del lugar. En 12 de Junio construyeron su primer puesto de salud y Diez Leguas-centro mejoró una pieza de la escuela para doble uso. La iniciativa fue reconocida a nivel mundial por la Social Innovation in Health en Ginebra en 2015.
La empresa Quinto Principio prestó dos máquinas que sirvieron para la construcción de bloques. El Centro de Tecnología Apropiada de la Universidad Católica probó la calidad de los bloques. La Universidad Autónoma de Asunción apoyó a conceptualizar la implementación del proyecto y la empresa Thema, dedicada a la construcción local de filtros de barro bacteriológicos y de vasijas de barro para la captura de agua en huertas, adiestró a 12 mujeres y un hombre que instalaron una huerta comunitaria en la escuela.
Para que los más pequeños aprendan sobre Chagas, estudiantes y profesores de la carrera de Diseño de la Universidad Americana produjeron juegos sobre la enfermedad, que luego se distribuyeron en las escuelas de zonas endémicas. Son pequeñas acciones. Todavía queda mucho por hacer ahí donde la enfermedad de Chagas, la falta de agua y de acceso a servicios básicos siguen golpeando.