El olorcito casi no es percibido por los humanos. Pero atrae a las vinchucas que merodean los rincones. En cuatro comunidades del Chaco Central se experimenta con trampas de cartón perfumadas para conocer si los insectos transmisores de la enfermedad de Chagas han invadido las viviendas y se necesita volver a fumigar. La Química es un gran aliado en este desafío para la salud pública.
Una cajita de cartón pintada de amarillo con dos aberturas a los costados estáclavada en la pared de una de las casas de Campo Largo, una comunidad indígena del Chaco Central. Poco tiene de sexy la pequeña urna de cartón fabricada en forma artesanal. Pero el atrayente compuesto químico del que está impregnada logra engañar a peligrosos insectos. Entran y ya no pueden salir.
La cajita tiene dentro pegamento y una bolsita de plástico con un poco de líquido en su interior. Es una solución volátil y transparente con olor a almendras. ¿Conoce alguno de los pobladores de Campo Largo las almendras? Difícilmente. No hay almendras en el Chaco. Pero esa sustancia química que impregna la caja es la misma que expelen las vinchucas para atraer a sus pares en el momento de la cópula. La cajita amarilla es una trampa para detectar si hay vinchucas en la casa. Fumigar a tiempo la casa ante los primeros rastros del insecto protege a sus habitantes de adquirir la enfermedad de Chagas. La química ayuda a detectar el momento preciso para hacerlo.
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